lunes, 5 de diciembre de 2016

COLOMBIA en BICI: Caribe Colombiano

Castillo de San Felipe - Cartagena de Indias
"El Caribe", ¿sol y playa? Sí, correcto.... pero también mosquitos, viento y lluvia: ¡La temporada de lluvias ha llegado y con ganas!! Tras las inundaciones en el "desierto de La Guajira" (donde hacía 3 años que no llovía), nos llueve casi todos los días.
Hace ya algún tiempo que decidí no luchar contra la lluvia, siempre perdía, así que o encuentro algún lugar donde cobijarme o me pongo el bañador, las sandalias... ¡y que escampe cuando quiera!

Llegamos al caribe por el Desierto de la Guajira, junto a Venezuela. Tan inundado estaba el desierto que debimos dejar nuestras bicis en Manaure
y hacer en vehículo todoterreno los últimos 60km hasta el punto más septentrional de Sudamérica: el Cabo de la Vela, remanso de paz y reflexión, sin agua ni luz.... Allí, en los "hoteles" (chozas mal hechas de trozos de madera y chapa), no se negocia tanto el precio de la hamaca, sino que incluyan medio cubo de agua dulce para lavarte al final de día. Impresionante el encuentro del Desierto con el mar Caribe, e impresionante y duro caminar a través del solitario desierto durante 6 horas desde el Pilón de Azúcar al Ojo de Agua, con la única compañía de matorrales secos y cabras que no llegamos a saber cómo pueden conseguir alimento ni qué beben, pues el agua de los pozos es salada.

Cabo de la Vela

Desde el Pilón de Azúcar - Cabo de la Vela

Pilón de Azúcar - Cabo de la Vela

Ojo de Agua - Cabo de la Vela

Tienda caribeña con clientes
Nos quedamos con muchas ganas de atravesar en bici desde Manaure a Riohacha por rancherías indígenas y desierto, pero tras mucho indagar desistimos porque aún quedaban zonas inundadas y por estar ahora en plena "temporada de robos", por la cercanía de la Navidad. (para quien le interese la ruta: tras mucho averiguar, es perfectamente posible si no se dan esas circunstancias desfavorables, desde Manaure hay que preguntar por las comunidades de: El Pájaro - Mayapo - Riohacha)
De a poco llegamos a Camarones, con su laguna con flamencos rosados y en dónde a lo largo de sólo 20km el desierto se transforma en un bosque húmedo tropical a los pies de la Sierra Nevada de Santa Marta, es impresionante estar bajo un sol tórrido, viendo el mar caribe, y allí, al lado, el Pico  Colón, con nieves perpetuas y a más de 5000m de altitud.
Santuario de Los Flamencos - Camarones


Santuario de Los Flamencos - Camarones
Hotel Bella Flor - Palomino
Sigue Palomino, nuevo destino pseudo-hippy pero que nos gustó. Quizás porque después de varias semanas muy solitarias, necesitábamos ver turistas, y aquí los encontramos, locales bonitos donde tomar una cerveza, playa semi-salvaje con los hoteles bien escondidos... así que decidimos hacer aquí "el descanso", a ello contribuyó también el habernos quedado en el Hotel "Bella Flor", nuestro mejor hotel "con encanto" hasta la fecha y al que debo hacer publicidad porque nos trataron genial y nos hicieron "precio de sufrido ciclista". Todo dentro de un edificio construido a modo de gran cabaña tradicional. Pasamos 4 días con sus 4 noches en la gloria.
Indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta - Mingueo

En el Caribe la vida transcurre a una velocidad
diferente - Mingueo

No queríamos salir de Palomino ni abandonar ese pequeño paraíso y su comodidad... pero llegó el día de partida y hubo que salir, ese día avanzamos poco, tan poco que la noche se nos vino encima donde no había nada.... bueno, sí, había un alojamiento que nos querían cobrar 40.000 pesos por dormir en hamaca... Nosotros, biciviajeros aguerridos, teníamos la solución... o eso creímos: Acampar, pidiendo permiso, en la finca de al lado....
¡¡Qué caro pagamos ahorrarnos esos 40.000 pesos!! Todo parecía marchar bien, incluso la familia que cuidaba la finca nos cocinó un
Amanece en la Playa de los Ángeles, tras intentar dormir
poco de arroz para la cena... pero cuando decidimos irnos a dormir a nuestra mini-carpa ultra-ligera, dos personas, en el Caribe, con calor y humedad... en 30 minutos aquello era una sauna insoportable... Impensable abrir las puertas de la tienda para ventilar... porque miles de mosquitos nos esperaban ávidos de sangre... Y peor aún la solución salomónica que tomamos.... dejar todo allí e irnos a dormir en la playa bajo un cobertizo del que enganchamos un mosquitero: La solución parecía fabulosa y definitiva hasta que comenzó a llover y el cobertizo de palmas no aguantó más de 5 minutos, luego dejó de llover, pero a nosotros, gracias al poder de retención del techo de palmas, nos estuvo lloviendo encima toda la noche, e impensable dormir fuera del mosquitero... En fin, pasamos una noche toledana, aunque muchas de las penas se olvidaron por la mañana cuando disfrutamos de la playa paradisiaca de Los Ángeles para nosotros solos.

¿Prefieren diesel o unas chocolatinas?
¡En España funciona igual y no nos extraña...!

Hamacas en batería en un camping del Parque Tayrona
De esa tarde-noche-mañana, a pesar de las precauciones, nos quedaron como secuelas  decenas de picaduras de mosquitos en las piernas y sobretodo en los tobillos, acribillados por los mosquitos, ni ganas tuvimos de pararnos en el Parque Tayrona aunque pasamos por delante. Fuimos a pasar la convalecencia a Santa Marta y regresaos unos días más tarde en bus al Parque Tayrona, con sus playas bien bonitas y una buena oportunidad de pasear por el interior de la selva por caminos cuidados. Y si lo hacéis, como nosotros, en temporada de lluvias, quizás también caminéis, como nosotros, todo el segundo día bajo una lluvia torrencial, aunque tras los primeros 5 minutos de lluvia ya estás empapado y todo te da igual, hay que continuar y ya hasta te hace gracia y te imaginas cómo sería esto sin saber que al final del día, hoy sí, tendremos un hotel donde ducharnos y secarnos.
La estampa típica del Parque Tayrona

Aguantando el diluvio camino de "Pueblito" en el Parque Tayrona

En el tramo de Ciénaga a Barranquilla vimos la mayor miseria o al menos la mayor suciedad de todo Colombia. Todo está lleno de basura, niños, puestos de comida, casas, talleres, todo entre la basura y el barro; y es que nos cuentan que para ganar terreno a la ciénaga lo hacen rellenándola con basura... Decidimos ir lo más rápido posible hasta Cartagena.
El Pescadero, recién sacados del mar.

Puerto Colombia - con Liliana y sus invitados.
Cartagena de Indias - "Zapatos rotos" y castillo de San Felipe
Tantas ganas teníamos de llegar a Cartagena de Indias, que a pesar de la lluvia que nos obligaba a parar a cada rato, apuramos la última jornada hasta la noche cerrada y hasta los 110 km: Habíamos alcanzado el que había sido el objetivo inicial de este viaje, tras 2 meses y 2.179 km, el 15-Nov-2016 llegamos a Cartagena, y no nos defraudó. Por arte de magia, se cruza la muralla del centro histórico, y ya no se oyen miles de motos ni miles de altavoces al máximo con músicas a cual más bulliciosa. Fue un remanso de paz en el que todo está pensado para que le turista occidental encuentre lo que espera encontrar: Tiendas de curiosidades, artesanos, bares y restaurantes bonitos que nosotros no utilizamos por salvaguardar la economía, pero que disfrutábamos sólo de verlos, sinceramente nos agradó mucho. La ciudad preciosa, y que pudimos comprender mucho mejor gracias a una magnífica exposición en el Centro Cultural Español: tomando la figura del militar español Blas de Lezo y el frustrado asedio de Cartagena por los ingleses en 1741, hacen un repaso de toda la historia de esta estratégica ciudad, centralizadora de riquezas e impuestos que debían ser enviados a España y única, junto con Veracruz en México, autorizadas para desembarcar los esclavos africanos.

Y pequeña nota: Si venís por aquí, no os recomiendo hacer la excursión a las Islas de Rosario y Playa Blanca, tal y como están planteadas no merecen la pena para un viajero independiente.
Cartagena de Indias

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Cartagena de Indias

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