Llegué a Buenos Aires el 17 de Noviembre, y tras 6 días en tierras americanas, se puede decir que hoy, 23 de Noviembre, es el primer día de pedaleo en ruta.
En Buenos Aires, me dediqué a la vida de ciudad, visitas a amistades, algún teatro... Y a apagar algunos fuegos laborales, lo que me está llevando no pocas horas de computadora.
Pedalear entre el tráfico de una ciudad de 14 millones de personas, con calles de 15 carriles, fue interesante, y hasta divertido... uno se llega a mimetizar, y desde dentro, hasta noté cierto respeto por parte de los conductores. En Buenos Aires están haciendo grandes esfuerzos por fomentar este tipo de transporte, y hay bastantes ciclovías.
Con mucha pena, pero era necesario salir de Buenos Aires, y lo hice el lunes 21, con graves problemas para montar correctamente mis alforjas delanteras (por salir de viaje sin probar antes el material nuevo), pero hace tiempo leí que hay pocas cosas que no solucionen con bridas de plástico y la cinta americana... y efectivamente, hice la chapuza de turno y en marcha.
En vez de cruzar directamente a Colonia-Uruguay, me recomendaron ir al Norte, y cruzar por Tigre, en el delta del Río Paraná, una zona con miles de islas a las que sólo se puede acceder en lancha y en las que vive gente adinerada. De nuevo mucha suerte en el Tigre Hostel, compartiendo velada con un Israelita, Australiana y Brasilero, gente muy maja.
El martes 22, la suerte me siguió sonriendo, y había contactado con Ana, que tras cruzar en lancha hasta Carmelo, me ofreció alojamiento, y no sólo eso, sino cena, buena conversación, y por la mañana del miércoles 23, un amabilísimo paseo en bici a "matear" en la playa.
De nuevo con mucha pena me tuve que despedir, eran ya las 17h y era obvio que no llegaría a Colonia, pero el destino seguía aliado conmigo...
Antes de eso debo decir que estas primeras pedaladas por Uruguay son las primeras que considero de la Ruta propiamente dicha (aunque llevo más de 300 km), y esto es porque por fin he salido de un conglomerado urbano más o menos denso, y por fin he pedaleado por campos infinitos de cereal, de vacas, de lomas completamente verdes... ¡Qué bonito! las sensaciones, la paz del campo, los colores, sonidos y paisaje, están siendo sorprendentes, sólo por el paseo de hoy ya mereció la pena venir al Uruguay.
Tanto éxtasis de colores y nuevas sensaciones no impidieron que anocheciese a las 9 pm, como todos los días, y yo en plena bici y sin saber dónde iba a dormir...
Pero.... como todos los días la suerte salió en mi busca (y esperemos que sea así por mucho tiempo), y tras decidir desviarme de mi ruta en el cruce de Conchillas, pregunto para poder poner mi carpa en una finca, y Manuel Fernández y la familia Arenas no sólo me autorizan, sino que me ofrecen cuarto, y a medida que la tertulia fue avanzando todo siguió "in crescendo" y apareció cena, desayuno para la mañana y después incluso asado y demasiado vino: ¡¡MUCHAS GRACIAS por tanta amabilidad desinteresada!!
En Argentina ya me habían hablado de la amabilidad de los uruguayos, y creedme que es así, y no sólo por lo que aquí describo, cada día está lleno de pequeños detalles que lo confirman y que hacen la vivencia mucho más agradable, las rectas más llevaderas y el calor menos sofocante, en breve pondré el relato de los siguientes días, que no han desmerecido en nada a los anteriores.
¡Bienvenido a mi país! ¡Te esperamos en tu llegada a Montevideo!
ResponderEliminarHola Jorge, veo que todo va sobre ruedas y nunca mejor dicho, me alegro mucho de que esto sea así y que gracias a la tecnología podamos seguir tus pedaladas por el mundo. Reenviaré tu blog al resto para que de vez en cuando recibas algún correo y no te olvides de los que estamos jodidos de frío y con una niebla que no se ve a 10 metros.
ResponderEliminarA seguir disfrutando.
Una abrazo
Jorge!!!! me alegro mucho de saber que todo va bien, o mejor dicho, muy bien!! No es de extrañar que esa vida de viajero ciclista enganche. Un besito y aquí te esperamos.
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